¡Sal de mi puré!

Tuesday, December 26, 2006

15- "¡OLIVARES CON OJAL!"


Elpuré, A. Blandon y Tapete estaban ya al límite de su resistencia física y psíquica cuando llegaron a la aldea uglesia. Ese maldito enano al que todos se referían como Ksel no los dejaba un minuto en paz. Además, Tapete no podía dejar de pensar en la deliciosa Néstor: “¿Qué le habrán hecho estos pigmeos desgraciados? ¿Dónde la tienen? ¿Por qué no está en esta red con nosotros?”
Pero las preocupaciones de Tapete eran vanas, la intrépida Néstor no estaba en manos uglesias. En el momento del ataque se había dirigido a la baranda del barco en una de sus veloces excursiones al baño y pasó desapercibida para los uglesios, quienes buscaban sólo a tres enemigos (consideraban que Elpuré había muerto en la batalla anterior). En unos pocos segundos todos desaparecieron, y Néstor se encontró sola y aterrada. Ni siquiera cuando era cautiva de los esmorcios había sentido nuestra valiente amiga tal pavor. Ahora no sólo tenía que cuidar de ella misma, si no que el sino de Elpuré, A. y Tapete estaba en sus manos. Intentó llamar a Guiño Azul con una plegaria:

Aciago día en que te invoco,
Oh Guiño dame un poco
De tu inmensa sabiduría.
¿Cómo he de encontrar,
a mis temerarios amigos?
¿Podrías venir un instante,
a matar uglesios conmigo?

Pero nada sucedió. Néstor soltó algún insulto y comprendió que tendría que encontrar la forma de liberar a sus amigos por sí sola. Aún podía escuchar los cánticos de los uglesios y no tardó mucho en encontrarlos. Los siguió a una distancia prudente. Tuvo que contener un grito de espanto mientras Ksel los envenenaba con caramelos. Sufrió con los acordes vagos que llegaban a sus oídos. “¿Cómo pueden ser tan turros, loco? No le’ importa nada. Escrúpulos. Escrúpulos les faltan”. No obstante, contuvo su ira y llegó hasta las afueras de la aldea. Allí trepó a un alto árbol y observó. Una gran asamblea esperaba la llegada de los prisioneros. Cientos -tal vez miles- de uglesios rodearon a nuestros héroes. Ksel, de pie sobre el tronco de un árbol caído, chasqueó la lengua y esperó hasta que se hizo silencio. Luego con voz grave dijo: “alopa maet ron”. Es decir:

“Traigo ante vosotros, hermanos uglesios, la prueba de la traición de Fangal. Estos tres seres despreciables, y otro al que maté con un dardo atinado, son sus enviados. Consiguieron su objetivo principal, matar a nuestro gallardo y sabio jefe Adartsa, pero gracias a la valentía de vuestros hermanos, aquí presentes, evitamos que nos destruyan a todos. Yo os propongo entonces romper las cadenas que nos atan a Fangal, despiadado tirano, y dirigirnos a la playa, nuestro hábitat natural. Y para demostrar que podéis confiar en mí, ajusticiaré a estos tres prisioneros con mis propias manos”.

Obviamente, ninguno de nuestros cuatro amigos comprendió el significado de las tres palabras emitidas por Ksel, pero A., Tapete y Elpuré pudieron ver en las caras uglesias que nada bueno les esperaba. Néstor notó la agitación general, y comprendió que debía actuar con celeridad. Pero nada podría hacer en soledad contra la horda uglesia. Guiño Azul era la única esperanza. Pero, ¿dónde estaba el inútil? Intentó recordar la descripción que Elpuré había hecho de su encuentro con Guiño: “se bajó en el cielo… entrando… una voz…”. Cerró los ojos, tratando de visualizar esa situación. Pero lo único que vio en su meditación fue una puerta. El tiempo parecía haberse detenido. Al abrir la puerta, un espectáculo sobrecogedor: una fila interminable de cabinas telefónicas, todas vacías. “Pero esto es… ¿un locutorio?” pensó asombrada.
- “No, si va a ser una cancha de básquet”, le respondío, también por telepatía, un empleado flacucho en el que no había reparado antes.
- “Bueno, entonces creo que necesito una cabina” replicó Néstor, bastante desorientada.
- “Sí, pasá por la… 147”
- “Me estás cargando chabón, están toda’ vacías, la 147 queda lejísimos”
- “Ah, bueno, entonces… la 92”
Indignada, pero sin más ánimos de discutir, Néstor se dirigió a la 92. De pronto, cuando pasaba por al lado de la 76, el teléfono sonó.
- “¿Hola?”
- “¿Qué hacés Néstor? ¿Me estabas buscando?” dijo la voz de Guiño Azul por el auricular.
- “Si flaquito, ¿me estás cargando vo’? Hace tres horas que te estoy llamando. ¿Dónde coño estabas?”
- “Ah si, perdoname, estaba jugando a los dardos, soy buenísimo jugando a los dardos.”
- “¿Pero estás loco? ¿Estás loco? Nos estamos muriendo todos acá, tenés que hacer algo ya o se pudre todo. ¡Se pudre todo te digo!”
- “No puedo querida Néstor, me estoy yendo de viaje, tengo que salir inmediatamente.”
- “¡¿Qué?! ¡No te podés ir de viaje! ¡Nos morimos, te digo que nos morimos! ¿Cómo hago para salvarlos?”
- “Corrientes subalternas gestionan marsupiales grisáceos. ¡Olivares con ojal! ¡Acuarelas con punta!” exclamó Guiño Azul, y cortó.
Néstor despertó de su ensueño con estas últimas palabras sonando en su cabeza. Necesitaba encontrar su sentido. Y rápido: Ksel estaba ya apuntando un dardo envenenado hacia Tapete.

Monday, December 18, 2006

14 - KSEL
Jamás hubiera imaginado Ksel esa límpida mañana cómo se desarrollarían los acontecimientos aquel día. Se levantó con los primeros rayos de sol, como todos los días, volvió a tapar a su mujer con las hojas de palmera que hacían las veces de sábanas, y salió de la casilla. Prendió un fuego, y mientras calentaba el agua le dio de comer a la boa y se lavó los dientes. Al desayuno lo de siempre, unas cuantas tostadas con manteca y un argset bien caliente. Nunca le gustaron las zucaritas. (Ah, el argset es una infusión amarga, pero muy energizante). Luego salió indignado a cazar. “Otra vez llega tarde el diario y no puedo leer el chiste de Macanudo ¡Tryw tryw recd!”. Pero el correr de las horas le iba a traer más de una sorpresa. Primero la voz de alarma, intrusos en el río. Abandonó la caza y se puso a las órdenes del jefe Adartsa. A decir verdad, no le agradaba nada tener que obedecer a ese uglesio soberbio y corrupto, que sólo estaba en el poder gracias a una alianza oscura con Fangal. Pero Adartsa estaba bien protegido y desobedecerle implicaba la muerte. Lo que más irritaba a Ksel de su jefe era que los mantenía confinados en la selva, cuando los uglesios siempre habían vivido en la playa. Ksel confiaba en que algún día liberaría a su pueblo del yugo poderoso de Adartsa y Fangal, y los llevaría nuevamente al mar. Pero ese día llegó antes de lo pensado. Los intrusos eran más poderosos de lo que parecían, y a pesar de tomarlos por sorpresa, se defendieron ferozmente. Ya habían perecido varios compañeros cuando Ksel dio en el blanco, y el enemigo que los bañaba de proyectiles cayó al suelo. Pero sus filas estaban muy maltrechas como para dar el golpe final a los extraños. El recuento de víctimas trajo datos inesperados para Ksel. Su padre y Adartsa estaban muertos. Aguantó el dolor producido por la pérdida de su progenitor y, aprovechando la popularidad conferida por el tiro certero al extraño, tomó el mando del acéfalo ejército. La lluvia de la tarde fue el signo que estaba esperando para atacar. Los dioses estaban de su lado. Tras un breve intercambio de proyectiles, la oscuridad de la noche les brindó el abrigo que necesitaban. El plan de abordaje fue un éxito total: los intrusos eran ahora sus prisioneros. No pudo evitar, mirando esas tres figuras impotentes, atadas de pies y manos, lo oportuna que había sido su llegada. Adartsa muerto, el camino libre para su acceso al poder. Pero Fangal se enteraría pronto, y enviaría algún emisario para tomarle juramento de lealtad. Debía actuar con celeridad. Más nada lo privaría del placer de ajusticiar a los tres compañeros del asesino de su padre. Pero no ahora, éste no era el momento. No, los mataría frente a toda la tribu, para reafirmar su poder, y unir a todos bajo su mando. Él guiaría a su pueblo hacia la playa prometida. Ya se figuraba los médanos blancos, las olas turquesa, y las caipirinhas del atardecer. Mientras tanto, se conformaba martirizando a los prisioneros con algunas de las sádicas torturas uglesias: forzándolos a comer caramelos Media Hora (sabor anís, o peor), cantándoles cinco temas seguidos de Babasónicos, o actualizándoles los últimos chismes de Dardeando por un Sueño. “Morirán lentamente”, pensó mientras pelaba otro Media Hora.

Este es Ksel soñando con ir a la playa en Las Toninas.

Monday, November 27, 2006

13- AL ATARDECER


- “¿Así que estuviste con Guiño Azul?” dijo Tapete, “¿Y? ¿Qué tal?”
- “Un fenómeno, pero me puteó un poco porque dice que no le hacemos caso”, contestó Elpuré.
- “¿No le preguntaste por qué todos los malos en esta historia son marrones? ¿No será un poco racista?”, acotó A., siempre tan sagaz.
- “Tal cual A., tal cual, me parece que es un poco racista” se sumó Tapete.
- “No se eh, no estoy muy seguro, tenía pinta de buen tipo” observó Elpuré.
- “¡Si, eh, un fenómeno, nos mete acá en esta selva llena de uglesios, a que nos llenen de dardos y néctar de zámbiga!” rugió Tapete
- “Aflojá con el bardo loquito que el que tuvo un sueño con ballena’ y no se qué, fuiste vos. Y vo’ también dijiste que había que hacer este barco. Para mí que Guiño Azul está re fuerte y además debe ser mucho más gato que vos. Es más, en cualquier momento le escribo un puema” intervino Néstor, hermosamente gélida. De más está decir que para Tapete estas palabras fueron peor que mil dardos uglesios. “Ingrata, si todo esto lo hice por vos” pensó dolorido y no dijo más.
- “Vamos chicos, estas discusiones no ayudan en nada, tenemos que pensar cómo repeler el ataque de estos enanos” los calmó Elpuré.
- “¿Por qué no les decís que estuviste con los que se murieron? ¿No eran buenos esos?” inquirió A.
- “Si, pero vivos son intratables, además no me acuerdo el idioma” se lamentó Elpuré.
Tapete y Néstor estaban aún muy molestos cómo para pensar en los uglesios, y se echaban miradas que harían que un esmorcio se muera de un síncope.
- “Defender el lanzapapas es clave, el tema es que de noche no vamos a ver un corno, voy a tener que disparar a diestra y siniestra” continuó Elpuré.
- “Para colmo la luna no va a ayudar” agregó A. mirando con preocupación la creciente oscuridad, “si sólo pudieramos iluminar con algo…”
- “¡Podemos prender fuego las dos orillas!” exclamó Elpuré emocionado.
- “Mmm, sí, no es lo que más me gusta, quemar bosques, pero me parece que es la única alternativa a morir acribillados. Encima este río da cada vez más curvas, a esta velocidad somos un blanco fácil”, apuntó A.
Néstor puso cara de “si te matan a vos no me importa” y Tapete replicó arqueando un poco la ceja derecha y moviendo la nariz un poco hacia la izquierda, en un claro gesto de “sabés que sí, no te hagas la dura conmigo, traidora, que te rescate Guiño Azul, que parece que es un crack”. Entonces Néstor movió las orejas en circulos y se sacó una pestaña, como diciendo “me parece que estás celoso” y Tapete no pudo disimular su sorpresa y con un movimiento de cabeza expresó “no tenés cara”, a lo que Néstor contestó con un rechinar de dientes y ojos de perro mojado, una seña por demás contradictoria, que dejó a Tapete anonadado. Fue ahí cuando empezó la lluvia y se fundieron en un beso apasionado y Tapete pensó “todos saben que los besos son mejores bajo la lluvia y después de una pelea” y Néstor pensó en cómo le gustaba la lluvia (“tengo que escribir algo sobre eso”) y Elpuré puteó a los cuatro vientos “¿Cómo carajo voy a prender fuego con este diluvio?” Y en ese mismo momento atacaron los uglesios. Salieron de abajo de los hongos de la orilla, nadie los vió. Elpuré corrió al lanzapapas, al igual que A.
Néstor y Tapete hicieron cuerpo a tierra. Dardos y tubérculos chocaron en el aire con ruido ensordecedor. Tras quince minutos de frenética lucha y pocos heridos, la oscuridad lo invadió todo y cesaron los proyectiles.
- “¿Todos bien?”, susurró A.
- “Sí”, replicaron los otros tres al unísono.
- “Uglesios turros” acotó Elpuré, “no los esperaba tan temprano”.
- “Ahora sólo queda esperar a que amanezca, ver si se nos ocurre algún plan antes” masculló Tapete.
- “Si, pero tenemos que mantenernos más unidos, venganse para el lado del lanzapapas” sugirió A.

- “¿Oyeron?”

- “¿Tapet? ¿Néstor?

Nada pudieron hacer Elpuré y A. cuando decenas de minúsculos brazos invisibles los aprisionaron.

Friday, November 10, 2006

12- TERMINAL


Sólo duró unos breves segundos. Sintió la cabeza puntiaguda del dardo perforándole la carne y luego el veneno esparciéndose pausadamente, al compás de los latidos de su corazón. No tuvo tiempo de pensar en nadie, ni siquiera de ensayar una plegaria. Y ese fue el fin.
Luego se encontró en lo que parecía ser una parada de colectivo, haciendo cola detrás de un grupo de uglesios. Pero no se sobresaltó, le pareció de lo más normal. Misteriosamente normal. Uno de los pigmeos giró para mirarlo y con expresión jovial le espetó:
- “Sublas astin oswerle”
Otra vez el sonido repugnante de la lengua uglesia. Pero Elpuré para su sorpresa, la entendía a la perfección, y al ¿lindo día, no? del uglesio respondió:
- “Si, si, está un poco fresco, pero parece que mañana llueve”
- “Walish dibi nafanta!” (¡Qué tiempo loco, che!), comentó otro de los uglesios de la fila.
- “Ahwil bewn rels” (Y yo encima salí con el taparrabos que no es impermeable, qué chambón que soy!)
Como verán los uglesios tienen un gran poder de síntesis, y la habilidad más extraordinaria de su raza no es el lanzamiento de mortíferos dardos envenenados, si no poder expresar todas las vicisitudes de la vida ordinaria (y del más allá) en sólo tres palabras. De hecho, la misma palabra uglesio se escribe en realidad Uj vglehs syyo y significa “somos una noble raza, de gran estatura, vigorosa fuerza y ojos azules”. Además se creen mil.
- “Ablrl wih kweg?” (¿Alguno tiene monedas?), preguntó un tercero.
- “Ghne bl art” (No)
- “¿Estamos esperando el colectivo?”, consultó Elpuré.
- “Hres nit wiek” (Si, si, pero está tardando mucho en llegar, seguro que ahora llegan tres a la vez)
- “Sha kshon son” (¿Por qué no te prendés un pucho Nwf? Es la mejor manera para que aparezca el bondi. Funciona mejor que la danza de la lluvia.)
En efecto, Ksel no había dado ni tres pitadas a su cigarro cuando un par de colectivos desvencijados súbitamente aparecieron en la parada. Elpuré se subió con los uglesios en el primero, que estaba prácticamente vacío.
Uno a uno los uglesios sacaron boleto y fueron a sentarse al fondo. El uglesio que no tenía monedas no logró convencer al refulgente conductor y, tras un par de discusiones tuvo que abandonar la nave, visiblemente enojado. Desde la parada gritó “¡tryw tryw recd!”, frase que no me atrevo a traducir, aunque todos imaginarán su significado. Elpuré aguardó, expectante, por su turno.
- “¿Hasta donde?”, lo interpeló hoscamente el piloto, aún agitado por la discusión anterior.
- “Eh, esteee… al cielo, supongo” replicó nuestro amigo. El hosco colectivero pulsó un botón y la pantallita de la máquina rezó “1 VIDA ALEGRE”. “La pucha que aumentaron los colectivos” pensó Elpuré, “yo pensé que con 80 centavos la piloteaba. El cielo no está tan lejos, me dijeron siempre”. Ya se aprestaba a discutir con el chofer cuando palpó una gran moneda en su bolsillo. Por un instante se ilusionó, pero cuando la sacó, se dio cuenta que pese al envoltorio dorado que le confería una apariencia importante, era simplemente una moneda de chocolate. 100 BESOS, se leía en sus dos caras. Tras un dubitativo segundo en el que se debatió entre bajarse en la parada y comerse la moneda o poner la misma en la máquina, con el riesgo de quedarse sin viaje y sin comida, eligió esta última. Y funcionó. La máquina le expendió un boleto color platino y Elpuré tomó asiento cerca de los uglesios.
- “oci rede faloh” (Cómo te andaba ese lanzapapas man, nos hiciste de goma a todos. Mirá acá somos 10 y ya salió un colectivo lleno) dijo un uglesio canchero que usaba un taparrabos de Levi’s
- “Si, bueno, pero alguno de ustedes me embocó también. Si no, no estaría acá, ¿no te parece?”
- “ogram aet am” (¡Ah, ese fue mi hijo, el Ksel!) dijo uno sin disimular su orgullo.
Elpuré estaba por hacer otro comentario cuando un anciano en el fondo les chistó. “Niños ¿acaso ni muerto puede uno descansar?” Y todos se callaron. Elpuré se dedicó entonces a escuchar las últimas noticias por la radio del colectivo, y así evitar pensar en Tapete, A. y Néstor, solos en el medio del río, acechados por los belicosos uglesios. Es verdad, los que viajaban con él eran simpáticos, pero ya estaban muertos, ¡que vivo!
Un tiempo después (Elpuré no pudo precisar si fueron segundos o años) los uglesios tocaron la chicharra y bajaron.
- “¿Ya llegamos al cielo?”, consultó Elpuré.
- “sde eej jijijijijij” (Ya llegamos al cielo uglesio, si querés te podes quedar acá, pero me parece que es sólo para altos, fuertes y de ojos celestes), dijo uno de los que se bajaban.
- “Ah, bueno, suerte con eso, nos vemos” respondió Elpuré lacónico.
El colectivo siguió su marcha, y el ruido de la radio sólo se vio opacado por algún que otro vendedor ambulante. Elpuré compró una cosa que no sabía bien para qué servía, y se la guardó en el bolsillo.
-“Cielo” tronó la voz del conductor. Elpuré bajó y se encaminó hacia las puertas, hacia el descanso eterno.

- “¿Me podés decir a donde te crees que vas?” dijo una voz grave que provenía de todos lados y de ninguno a la vez.
- “¿Quién sos?”, cuestionó nuestro héroe, alterado, mirando en derredor. Y entonces lo vio, majestuoso como siempre. “¿¿Guiño Azul?? ¿Qué hacés acá?”.
- “Vengo para que no te mandes una macana, ¿cómo te vas a meter en el cielo? ¿Te volviste loco de repente? Te morís vos y me linchan todos los lectores, ¿no te enteraste lo que le pasó a Conan-Doyle cuando lo mató a Sherlock?”
- “Y bueno, ¿qué se yo? Me despierto, veo el bondi, me lo tomo y acá estoy. Me parece que vos tenés algo que ver con todo eso también, ¿no?”
- “No, no, yo escribí, “el dardo se clavó en la carne de Elpuré, pero como era fuerte como un toro, lo arrancó y siguió aferrado al lanzapapas, matando uglesios”. Así no se puede, viste, tienen que seguir mis indicaciones! Si querés escribí un capítulo vos, pero cuando los escribo yo… un poco más de respeto”.
- “Bueno, bueno, tranquilo Guiño, ¿cómo hago para volver?”
- “Sólo tenés que pensar que estás allá, y listo.”
- “Me gusta cuando me la hacés fácil pero, ¿no puedo volver mañana? Tenía ganas de pasar por lo de San Patrick, que parece que tiene una cerveza de la hostia.”
- “Si volvés mañana me parece que te vas a cruzar en el camino con Tapete, la hermosa Néstor y A. Blandon. No creo que resistan mucho más.”
- “Bué, quedará para la próxima la birra.”

Con alivio, A., Néstor y Tapete observaron a Elpuré abrir los ojos y volver a respirar.

Tuesday, October 24, 2006

11- UGLESIOS

El cauce fragoroso del río se adentraba en las profundidades de la selva. Un día de navegación fue suficiente para que el paisaje trocara vastas llanuras por una frondosa y alta vegetación amarronada. Todo en Fanglandia estaba pintado con tintes de marrón. La primorosa Néstor se jactaba de reconocer doce tonos distintos de marrón, pero dado el nombre poco científico que les daba (marrón, marrón clarito, marrón clarititito, marrón marrón, marroncito, marrón oscuro, marrón que es más claro que el marrón oscuro pero más oscuro que el marrón marrón, etc.) nadie le creía demasiado.
El río formaba ahora varios meandros, y la embarcación se movía a nado de piraña. El silencio abrumador sólo se rompió con una observación de la poetisa Néstor:

Existen loros parlantes que dicen cosas curiosas
También hay parlantes que amplifican punteos en cuerdas brillosas
A veces suenan bien, otras son dudosas
Expresiones de deseo o más bien
Manifestaciones de escaso aseo en los oídos ¿musicales? de ciertos chavales

Todos se sentían reconfortados cuando la deliciosa Néstor se expresaba de esta manera. Que de su boca partieran frases tan disímiles como “rogaba para salir, un adminículo” y “tengo que ir al biorsi, me cayó mal el guiso” era un misterio que ni siquiera las neuronas hiperconectadas de A. podían develar. Elpuré estaba por alabar sus locuciones cuando un dardo envenenado le rozó el cuello y se clavó en el barco.
- “Todos abajo” bramó, mientras saltaba sobre Néstor para protegerla.
- “¿Y esto, Tapete? preguntó A.
- “Uglesios”, replicó éste con voz sombría. “Son de pequeña estatura pero muy feroces, y por lo que veo están pintados para la guerra”
- “Calma. Ciertos seres se untan ceras para cerciorarse de ser caras con cejas ceñudas, pero a tubérculo certero no hay ser que pruebe ser de acero.” exclamó A.
- “Cierto A., tenemos que llegar al lanzapapas. Si no, estos enanos nos van a acribillar.” gritó Elpuré para hacerse oír sobre el chiflido de los dardos enemigos.
- “De acuerdo, los voy a distraer, estate atento. A ver, Néstor, ¿esa pulsera es de plata?” inquirió A.
- “Si”
- “Bueno, la voy a necesitar. ¿Tapet, puede ser que los dardos uglesios estén embadurnados con néctar de zámbiga? El olor es parecido”
- “De hecho sí, A. No se que vas a hacer pero metele, no vamos a resistir mucho más” aulló Tapete mientras un dardo aterrizaba a escasos centímetros de su pie izquierdo.
En un santiamén A. agujereó la pulsera de Néstor con un dardo, y la arrojó hacia una de las orillas. La explosión no fue gran cosa, pero bastó para que Elpuré se apersonara delante del lanzapapas automático y bañara de papas las dos costas. A., Tapete y Néstor se incorporaron y también comenzaron a repartir patatas, lanzándolas con todas sus fuerzas hacia los marrones pigmeos. Los uglesios debieron replegarse ante el poder de fuego de nuestros amigos. Habían neutralizado el primer ataque. Exultantes, Néstor y Tapete se abrazaron en la proa.
A. fue el primero en advertir el horror: Elpuré yacía inerte en la popa, con un dardo clavado en el muslo.


Uno de los planos que dibujó A. antes de construir el POTATOE I

10- EMBOTADOS

- “Un bote”
- “No, madre, no quiero ir al colegio”
- “Pero que colegio, despertate A., necesito que me ayudes a construir un bote”
- “¿Eh? ¿Qué? ¿Quién… Tapete? ¿Un bote?
Le llevó como dos minutos más a A. comenzar a pensar con claridad. Tapete lo zarandeaba cada cinco segundos, impaciente.
- “¿Me vas a decir para qué querés un bote?
- “Para salvar al mundo de la caries… eh, de Fangal, digo”
- “Pues entonces cuenta conmigo, querido amigo. Nada le gusta más al bravo A. Blandon que poner su intelecto al servicio de la humanidad.”


La frase heroica de A. despertó a Elpuré, a quien el entusiasmo de sus amigos le vino al pelo para evitar los reproches por haberse dormido durante su turno de guardia. Enseguida A. analizó los alrededores y diseñó el plan de acción.
- “El cauce de aquel curso de agua tiene una profundidad de tres metros mínimo. Esos árboles nos pueden proporcionar 2 toneladas de madera porosa, si trabajamos rápido. Y entonces, con un poco de esto… y con un rotor inverso… cámara de desagüe…mmm, sí, por ahí va a andar.” concluyó A. mientras bosquejaba los planos de la embarcación.
Al cabo de un par de días, la nave estaba terminada. La característica saliente era el lanzapapas que A. había instalado en la popa, sobre una cámara llena de tubérculos, de manera tal que la recarga era automática, lo que le permitía lanzar hasta cuatro papas por segundo. Cuando lo botaron en el río, la etérea Néstor pidió la palabra.
- “Eh, loquito’, les escribí un puema, y me gustaría que lo oyeran ahora”
- “¿Un poema?” dijo con sorna Elpuré, “¿Cómo se llama, Hermoso barco, loquito?
- “Eh, eh, no bardié’, de hecho se llama Bizarro tridente, y dice así

Cautiva en el límpido cubículo
encontrábame desde hacía dos lustros
noche tras noche a los astros
rogaba para salir, un adminículo

Las primeras horas de algún día
me despertó a los gritos, desorientado
un sentimental Tapete, recién capturado
juró por su vida que me salvaría

Certero Elpuré, estratego Blandon
salvaronnos de la esmorcia ira
enemigo al que pusieron en la mira
no quedó vivito, ni coleando

Adentrámosnos ahora en oscuras tierras
más no temeré, que Fangal nos respete
junto a Elpuré, A. y Tapete
sobra coraje para cien guerras
.

El bizarro tridente quedó tan anonadado como usted, querido lector, por las palabras de la (¿lírica?) Néstor. De más está decir que no es un poema borgiano, pero bastó para que nuestro tridente se hinchiera de orgullo. Y así, más agrandados que alpargata de gordo, subieron al bote, al que bautizaron “POTATOE I” y se abandonaron a la corriente.

Tuesday, October 10, 2006

9- QUIMERA

Tapete concilió el sueño en inhóspitas tierras, lejos de su terruño. Sus paisajes oníricos copados por la bella Néstor. Tapete salvando a la maja de caer en las fauces de las más terribles bestias jamás imaginadas. En el momento preciso en el que parecía que nuestra bella y dialéctica heroína iba a caer en las fauces de algún… dragón mefistofélico, por decir un ejemplo, aparecía Tapete colgando de una liana, luciendo en todo su esplendor los abdominales trabajados por años, para rescatarla. ¡Qué difícil adentrarnos en las brumosas tierras, en los laberínticos recovecos de la mente de Tapete! Basta decir que soñó millares de cosas, cosas que ni los astros recuerdan en noches de insomnio. En las breves horas que tardó el disco solar en emerger por el horizonte fangoso, Tapete recorrió mil universos, se angustió, comió yogur con copos de maíz, jugó con el tigre Tony, salvó millares de veces la vida de la graciosa Néstor y tejió frazadas para abrigar a todos los desamparados. Pobres de aquellos que dudaban de la integridad y valentía de Tapete, les hubiera bastado observarlo por sólo unos instantes, en sus sueños, más hábil que el Zorro, más sagaz que Asterix. En un pasaje alucinado Néstor le reprochaba, “¿Así que sólo se metieron en este paí’, para conseguir un poco de aspirina? ¿Cuál e’? ¿Entonce’ encuentran las aspirinetas y se mandan a mudar? ¿Se vuelven a sus casas calentitas, con chimenea y que se yo y se olvidan de todos lo’ preso’ de Fangal? No, esto no puede ser loco, esto esta todo mal.” “Esto esta mal de verdad” pensaba Tapete “No puedo dejar que la celebérrima Néstor se angustie, pobrecilla. Además tiene razón, no podemos huir de este país dejando tantos corazones rotos.” Ahí Néstor, que al parecer podía leer los pensamientos de Tapete, se puso a cantar “¿Qué es eso de andar dejando, corazones rotos? ¡Ay mi vida que cosa de locos!” y Elpuré y Blandon se pusieron a bailar. Entonces Tapete en un arranque de lucidez (¿o de desvarío?) dijo “Hasta Fangal no paramos. But where, my god, shall we find him? ¿Dónde, mi dios, lo encontraremos? Où, mon dieu, est-ce qu’on le trouverai?” Entonces una voz bajó de los cielos y le contestó en alemán, lo cual fue terrible, porque Tapete sólo sabia tres idiomas. Su desasosiego iba en aumento, y aunque se fumó dos pipas para encontrar la respuesta, no conseguía dar en la tecla. De pronto se encontró surcando los cielos en una ballena magenta. Hacia abajo sólo veía agua, kilómetros y kilómetros de agua cenagosa. La ballena era resbalosa, y Tapete cayó. La caída era lenta, y aunque sabía que nada bueno lo esperaba allí abajo, Tapete se sentía liviano, fuerte, confiado. Estaba por sumergirse en las aguas cuando despertó.
La claridad era tenue. Nadie lo había despertado para su turno de guardia. Elpuré, A. y Néstor dormían profundamente. Pero Tapete sabía exactamente lo que tenía que hacer.

Tuesday, September 26, 2006

8- PALABRAS MÁS, PALABRAS MENOS



NESTOR: Esta batalla fue harto emocionante. No me divertía tanto desde que era piba, cuando jugábamos a embadurnar algún ornitorrinco con lo’ pibe’.
ELPURE: ¡La verdad que estuvo buena eh! Fue clave el lanzapapas que inventó A. Por más chiquita que fuera la calaca de esos grandotes, no se salvaban de que un tubérculo los mande hacia la lux aeterna. Precisión milimétrica.
TAPETE: ¿Vos decis que los esmorcios van al cielo? Yo creo que con suerte los dejan entrar en el horno. ¡Que tipos fuleros! Se salvaron que estaba atrapado en el tupper, si no los hubiera defenestrado a todos.
ELPURE: No parecía que los ibas a destruir, con la cara de recién circuncidado que tenías cuando se acercaba el del hacha.
TAPETE: ¿Ah no? Si llegaba a pasar lo hubiera reducido con la doble Nelson, mi toma favorita. O a lo sumo un piquete de ojos, pero jamás se hubiera acercado a la gloriosa Néstor.
NESTOR: ¡Igual me parece que no me buscaba a mí el rati ese!
NESTOR, A. BLANDON, ELPURE: ¡jajajaja!
TAPETE: (enojado) No sé para que hago este esfuerzo fútil. Si son reticentes a creerme, crean lo que se les antoje, les estoy diciendo la pura verdad.
ELPURE: Tranquilo Tapet, te estamos gastando una broma, nadie duda de tu valentía.
NESTOR: ¡Eso loquito! ¡Te re apreciamo’!
TAPETE: (reconfortado, sobre todo por la frase de Néstor) Bueno, perdón amigos, estoy un poco alterado todavía. Me encantaría, A., que nos hagas un relato sucinto de cómo construyeron el lanzapapas.
A.: Fue muy divertido. La estructura la hicimos de madera, que era lo único que teníamos a disposición. Cortamos unos juncos de una ciénaga y los usamos para asegurar las juntas y también como poleas. Luego calculé la fricción del aire para el tamaño estándar de las patatas de Elpuré y resolví que dada la elasticidad de estos juncos, lo más conveniente era ubicar la lanzadera en la parte posterior de la estructura. Las ruedas las hicimos con madera también. Fue muy fácil.
ELPURE: Una papa.
TODOS: ¡jajajaja!
TAPETE: Bueno, me parece que es hora de ir a dormir, todos tuvimos un día agitado.
NESTOR: ¡Que quicky que tengo! En el tupper estaba todo bien, pero acá a la intemperie…
ELPURE: Si querés te cuento un sueño divertido que tuve ayer, por ahí te tranquilizas.
NESTOR: Dale, bancá un toque que tengo que ir al biorsi, me cayó mal el guiso. Ahí vengo.
A.: Que personaje esta muj…
NESTOR: ¡Ya está!
TAPETE: ¿Cómo que ya está? ¡Te fuiste hace 3 segundos!
NESTOR: ¡Viví 10 años en un tupper, papurri! Todas paredes transparentes, con gente mirando. Así es que pelé está extraña habilidad. Soy más rápida que mi propia sombra.
(Efectivamente, a la luz del portentoso fuego de Elpuré, todos pudieron observar a la sombra de la veloz Néstor salir de los matorrales acomodándose el vestido).
NESTOR: (mientras se recostaba) Pero bueno, ahora el sueño, Elpuré.
ELPURÉ: (todavía azorado) Ah, si, estaba otra vez con Paul Mc Cartney, es la segunda vez seguida que se aparece en mis sueños, pero esta vez quería hacer un asadito. Había matambrito de cerdo y chorizo. El fuego lo había hecho yo, y Paul, que no conocía mis habilidades pirómanas, quiso acomodar un leño y se quemó ‘¡esto está que pela!’ gritó. La cosa es que Paul es buenísimo haciendo mates, pero para los asados es medio pelo, así que le salió todo quemado. Estaba incomible, y todos nos pusimos a cantar “oh, oh, oh, que lo tiren a los chanchos” al compás de la pandereta de Ringo. A Paul le encantó el tema y dijo que por ahí lo incluía en su nuevo disco. Al final terminamos comiendo galletitas de agua con mortadela.
NESTOR: ¡Que groso es tu hacedor de sueños! ¡Dos veces Paul! Yo soñé una vez con China Zorrilla, nomás.
TAPETE: Bueno, bueno, silencio, que quiero dormir.
ELPURE: (ignorando los reclamos de Tapete) ¿Que pasa A? Estás taciturno.
A. BLANDON: No se, a veces siento como que me ponen palabras en la boca. Palabras que no son mías, es misteriosamente inquietante.
NESTOR: Te juro que a mi me pasa lo mismo loquito, ¿no te queda una especie de gustito a roquefort en la garganta?

(No discutieron mucho más, la fatiga del día cayó sobre ellos y se durmieron profundamente. Elpuré se quedó haciendo guardia pero también lo venció el cansancio. En torno al campamento todo estaba tranquilo. Por el momento.)