¡Sal de mi puré!

Monday, November 27, 2006

13- AL ATARDECER


- “¿Así que estuviste con Guiño Azul?” dijo Tapete, “¿Y? ¿Qué tal?”
- “Un fenómeno, pero me puteó un poco porque dice que no le hacemos caso”, contestó Elpuré.
- “¿No le preguntaste por qué todos los malos en esta historia son marrones? ¿No será un poco racista?”, acotó A., siempre tan sagaz.
- “Tal cual A., tal cual, me parece que es un poco racista” se sumó Tapete.
- “No se eh, no estoy muy seguro, tenía pinta de buen tipo” observó Elpuré.
- “¡Si, eh, un fenómeno, nos mete acá en esta selva llena de uglesios, a que nos llenen de dardos y néctar de zámbiga!” rugió Tapete
- “Aflojá con el bardo loquito que el que tuvo un sueño con ballena’ y no se qué, fuiste vos. Y vo’ también dijiste que había que hacer este barco. Para mí que Guiño Azul está re fuerte y además debe ser mucho más gato que vos. Es más, en cualquier momento le escribo un puema” intervino Néstor, hermosamente gélida. De más está decir que para Tapete estas palabras fueron peor que mil dardos uglesios. “Ingrata, si todo esto lo hice por vos” pensó dolorido y no dijo más.
- “Vamos chicos, estas discusiones no ayudan en nada, tenemos que pensar cómo repeler el ataque de estos enanos” los calmó Elpuré.
- “¿Por qué no les decís que estuviste con los que se murieron? ¿No eran buenos esos?” inquirió A.
- “Si, pero vivos son intratables, además no me acuerdo el idioma” se lamentó Elpuré.
Tapete y Néstor estaban aún muy molestos cómo para pensar en los uglesios, y se echaban miradas que harían que un esmorcio se muera de un síncope.
- “Defender el lanzapapas es clave, el tema es que de noche no vamos a ver un corno, voy a tener que disparar a diestra y siniestra” continuó Elpuré.
- “Para colmo la luna no va a ayudar” agregó A. mirando con preocupación la creciente oscuridad, “si sólo pudieramos iluminar con algo…”
- “¡Podemos prender fuego las dos orillas!” exclamó Elpuré emocionado.
- “Mmm, sí, no es lo que más me gusta, quemar bosques, pero me parece que es la única alternativa a morir acribillados. Encima este río da cada vez más curvas, a esta velocidad somos un blanco fácil”, apuntó A.
Néstor puso cara de “si te matan a vos no me importa” y Tapete replicó arqueando un poco la ceja derecha y moviendo la nariz un poco hacia la izquierda, en un claro gesto de “sabés que sí, no te hagas la dura conmigo, traidora, que te rescate Guiño Azul, que parece que es un crack”. Entonces Néstor movió las orejas en circulos y se sacó una pestaña, como diciendo “me parece que estás celoso” y Tapete no pudo disimular su sorpresa y con un movimiento de cabeza expresó “no tenés cara”, a lo que Néstor contestó con un rechinar de dientes y ojos de perro mojado, una seña por demás contradictoria, que dejó a Tapete anonadado. Fue ahí cuando empezó la lluvia y se fundieron en un beso apasionado y Tapete pensó “todos saben que los besos son mejores bajo la lluvia y después de una pelea” y Néstor pensó en cómo le gustaba la lluvia (“tengo que escribir algo sobre eso”) y Elpuré puteó a los cuatro vientos “¿Cómo carajo voy a prender fuego con este diluvio?” Y en ese mismo momento atacaron los uglesios. Salieron de abajo de los hongos de la orilla, nadie los vió. Elpuré corrió al lanzapapas, al igual que A.
Néstor y Tapete hicieron cuerpo a tierra. Dardos y tubérculos chocaron en el aire con ruido ensordecedor. Tras quince minutos de frenética lucha y pocos heridos, la oscuridad lo invadió todo y cesaron los proyectiles.
- “¿Todos bien?”, susurró A.
- “Sí”, replicaron los otros tres al unísono.
- “Uglesios turros” acotó Elpuré, “no los esperaba tan temprano”.
- “Ahora sólo queda esperar a que amanezca, ver si se nos ocurre algún plan antes” masculló Tapete.
- “Si, pero tenemos que mantenernos más unidos, venganse para el lado del lanzapapas” sugirió A.

- “¿Oyeron?”

- “¿Tapet? ¿Néstor?

Nada pudieron hacer Elpuré y A. cuando decenas de minúsculos brazos invisibles los aprisionaron.

Friday, November 10, 2006

12- TERMINAL


Sólo duró unos breves segundos. Sintió la cabeza puntiaguda del dardo perforándole la carne y luego el veneno esparciéndose pausadamente, al compás de los latidos de su corazón. No tuvo tiempo de pensar en nadie, ni siquiera de ensayar una plegaria. Y ese fue el fin.
Luego se encontró en lo que parecía ser una parada de colectivo, haciendo cola detrás de un grupo de uglesios. Pero no se sobresaltó, le pareció de lo más normal. Misteriosamente normal. Uno de los pigmeos giró para mirarlo y con expresión jovial le espetó:
- “Sublas astin oswerle”
Otra vez el sonido repugnante de la lengua uglesia. Pero Elpuré para su sorpresa, la entendía a la perfección, y al ¿lindo día, no? del uglesio respondió:
- “Si, si, está un poco fresco, pero parece que mañana llueve”
- “Walish dibi nafanta!” (¡Qué tiempo loco, che!), comentó otro de los uglesios de la fila.
- “Ahwil bewn rels” (Y yo encima salí con el taparrabos que no es impermeable, qué chambón que soy!)
Como verán los uglesios tienen un gran poder de síntesis, y la habilidad más extraordinaria de su raza no es el lanzamiento de mortíferos dardos envenenados, si no poder expresar todas las vicisitudes de la vida ordinaria (y del más allá) en sólo tres palabras. De hecho, la misma palabra uglesio se escribe en realidad Uj vglehs syyo y significa “somos una noble raza, de gran estatura, vigorosa fuerza y ojos azules”. Además se creen mil.
- “Ablrl wih kweg?” (¿Alguno tiene monedas?), preguntó un tercero.
- “Ghne bl art” (No)
- “¿Estamos esperando el colectivo?”, consultó Elpuré.
- “Hres nit wiek” (Si, si, pero está tardando mucho en llegar, seguro que ahora llegan tres a la vez)
- “Sha kshon son” (¿Por qué no te prendés un pucho Nwf? Es la mejor manera para que aparezca el bondi. Funciona mejor que la danza de la lluvia.)
En efecto, Ksel no había dado ni tres pitadas a su cigarro cuando un par de colectivos desvencijados súbitamente aparecieron en la parada. Elpuré se subió con los uglesios en el primero, que estaba prácticamente vacío.
Uno a uno los uglesios sacaron boleto y fueron a sentarse al fondo. El uglesio que no tenía monedas no logró convencer al refulgente conductor y, tras un par de discusiones tuvo que abandonar la nave, visiblemente enojado. Desde la parada gritó “¡tryw tryw recd!”, frase que no me atrevo a traducir, aunque todos imaginarán su significado. Elpuré aguardó, expectante, por su turno.
- “¿Hasta donde?”, lo interpeló hoscamente el piloto, aún agitado por la discusión anterior.
- “Eh, esteee… al cielo, supongo” replicó nuestro amigo. El hosco colectivero pulsó un botón y la pantallita de la máquina rezó “1 VIDA ALEGRE”. “La pucha que aumentaron los colectivos” pensó Elpuré, “yo pensé que con 80 centavos la piloteaba. El cielo no está tan lejos, me dijeron siempre”. Ya se aprestaba a discutir con el chofer cuando palpó una gran moneda en su bolsillo. Por un instante se ilusionó, pero cuando la sacó, se dio cuenta que pese al envoltorio dorado que le confería una apariencia importante, era simplemente una moneda de chocolate. 100 BESOS, se leía en sus dos caras. Tras un dubitativo segundo en el que se debatió entre bajarse en la parada y comerse la moneda o poner la misma en la máquina, con el riesgo de quedarse sin viaje y sin comida, eligió esta última. Y funcionó. La máquina le expendió un boleto color platino y Elpuré tomó asiento cerca de los uglesios.
- “oci rede faloh” (Cómo te andaba ese lanzapapas man, nos hiciste de goma a todos. Mirá acá somos 10 y ya salió un colectivo lleno) dijo un uglesio canchero que usaba un taparrabos de Levi’s
- “Si, bueno, pero alguno de ustedes me embocó también. Si no, no estaría acá, ¿no te parece?”
- “ogram aet am” (¡Ah, ese fue mi hijo, el Ksel!) dijo uno sin disimular su orgullo.
Elpuré estaba por hacer otro comentario cuando un anciano en el fondo les chistó. “Niños ¿acaso ni muerto puede uno descansar?” Y todos se callaron. Elpuré se dedicó entonces a escuchar las últimas noticias por la radio del colectivo, y así evitar pensar en Tapete, A. y Néstor, solos en el medio del río, acechados por los belicosos uglesios. Es verdad, los que viajaban con él eran simpáticos, pero ya estaban muertos, ¡que vivo!
Un tiempo después (Elpuré no pudo precisar si fueron segundos o años) los uglesios tocaron la chicharra y bajaron.
- “¿Ya llegamos al cielo?”, consultó Elpuré.
- “sde eej jijijijijij” (Ya llegamos al cielo uglesio, si querés te podes quedar acá, pero me parece que es sólo para altos, fuertes y de ojos celestes), dijo uno de los que se bajaban.
- “Ah, bueno, suerte con eso, nos vemos” respondió Elpuré lacónico.
El colectivo siguió su marcha, y el ruido de la radio sólo se vio opacado por algún que otro vendedor ambulante. Elpuré compró una cosa que no sabía bien para qué servía, y se la guardó en el bolsillo.
-“Cielo” tronó la voz del conductor. Elpuré bajó y se encaminó hacia las puertas, hacia el descanso eterno.

- “¿Me podés decir a donde te crees que vas?” dijo una voz grave que provenía de todos lados y de ninguno a la vez.
- “¿Quién sos?”, cuestionó nuestro héroe, alterado, mirando en derredor. Y entonces lo vio, majestuoso como siempre. “¿¿Guiño Azul?? ¿Qué hacés acá?”.
- “Vengo para que no te mandes una macana, ¿cómo te vas a meter en el cielo? ¿Te volviste loco de repente? Te morís vos y me linchan todos los lectores, ¿no te enteraste lo que le pasó a Conan-Doyle cuando lo mató a Sherlock?”
- “Y bueno, ¿qué se yo? Me despierto, veo el bondi, me lo tomo y acá estoy. Me parece que vos tenés algo que ver con todo eso también, ¿no?”
- “No, no, yo escribí, “el dardo se clavó en la carne de Elpuré, pero como era fuerte como un toro, lo arrancó y siguió aferrado al lanzapapas, matando uglesios”. Así no se puede, viste, tienen que seguir mis indicaciones! Si querés escribí un capítulo vos, pero cuando los escribo yo… un poco más de respeto”.
- “Bueno, bueno, tranquilo Guiño, ¿cómo hago para volver?”
- “Sólo tenés que pensar que estás allá, y listo.”
- “Me gusta cuando me la hacés fácil pero, ¿no puedo volver mañana? Tenía ganas de pasar por lo de San Patrick, que parece que tiene una cerveza de la hostia.”
- “Si volvés mañana me parece que te vas a cruzar en el camino con Tapete, la hermosa Néstor y A. Blandon. No creo que resistan mucho más.”
- “Bué, quedará para la próxima la birra.”

Con alivio, A., Néstor y Tapete observaron a Elpuré abrir los ojos y volver a respirar.