¡Sal de mi puré!

Tuesday, September 26, 2006

8- PALABRAS MÁS, PALABRAS MENOS



NESTOR: Esta batalla fue harto emocionante. No me divertía tanto desde que era piba, cuando jugábamos a embadurnar algún ornitorrinco con lo’ pibe’.
ELPURE: ¡La verdad que estuvo buena eh! Fue clave el lanzapapas que inventó A. Por más chiquita que fuera la calaca de esos grandotes, no se salvaban de que un tubérculo los mande hacia la lux aeterna. Precisión milimétrica.
TAPETE: ¿Vos decis que los esmorcios van al cielo? Yo creo que con suerte los dejan entrar en el horno. ¡Que tipos fuleros! Se salvaron que estaba atrapado en el tupper, si no los hubiera defenestrado a todos.
ELPURE: No parecía que los ibas a destruir, con la cara de recién circuncidado que tenías cuando se acercaba el del hacha.
TAPETE: ¿Ah no? Si llegaba a pasar lo hubiera reducido con la doble Nelson, mi toma favorita. O a lo sumo un piquete de ojos, pero jamás se hubiera acercado a la gloriosa Néstor.
NESTOR: ¡Igual me parece que no me buscaba a mí el rati ese!
NESTOR, A. BLANDON, ELPURE: ¡jajajaja!
TAPETE: (enojado) No sé para que hago este esfuerzo fútil. Si son reticentes a creerme, crean lo que se les antoje, les estoy diciendo la pura verdad.
ELPURE: Tranquilo Tapet, te estamos gastando una broma, nadie duda de tu valentía.
NESTOR: ¡Eso loquito! ¡Te re apreciamo’!
TAPETE: (reconfortado, sobre todo por la frase de Néstor) Bueno, perdón amigos, estoy un poco alterado todavía. Me encantaría, A., que nos hagas un relato sucinto de cómo construyeron el lanzapapas.
A.: Fue muy divertido. La estructura la hicimos de madera, que era lo único que teníamos a disposición. Cortamos unos juncos de una ciénaga y los usamos para asegurar las juntas y también como poleas. Luego calculé la fricción del aire para el tamaño estándar de las patatas de Elpuré y resolví que dada la elasticidad de estos juncos, lo más conveniente era ubicar la lanzadera en la parte posterior de la estructura. Las ruedas las hicimos con madera también. Fue muy fácil.
ELPURE: Una papa.
TODOS: ¡jajajaja!
TAPETE: Bueno, me parece que es hora de ir a dormir, todos tuvimos un día agitado.
NESTOR: ¡Que quicky que tengo! En el tupper estaba todo bien, pero acá a la intemperie…
ELPURE: Si querés te cuento un sueño divertido que tuve ayer, por ahí te tranquilizas.
NESTOR: Dale, bancá un toque que tengo que ir al biorsi, me cayó mal el guiso. Ahí vengo.
A.: Que personaje esta muj…
NESTOR: ¡Ya está!
TAPETE: ¿Cómo que ya está? ¡Te fuiste hace 3 segundos!
NESTOR: ¡Viví 10 años en un tupper, papurri! Todas paredes transparentes, con gente mirando. Así es que pelé está extraña habilidad. Soy más rápida que mi propia sombra.
(Efectivamente, a la luz del portentoso fuego de Elpuré, todos pudieron observar a la sombra de la veloz Néstor salir de los matorrales acomodándose el vestido).
NESTOR: (mientras se recostaba) Pero bueno, ahora el sueño, Elpuré.
ELPURÉ: (todavía azorado) Ah, si, estaba otra vez con Paul Mc Cartney, es la segunda vez seguida que se aparece en mis sueños, pero esta vez quería hacer un asadito. Había matambrito de cerdo y chorizo. El fuego lo había hecho yo, y Paul, que no conocía mis habilidades pirómanas, quiso acomodar un leño y se quemó ‘¡esto está que pela!’ gritó. La cosa es que Paul es buenísimo haciendo mates, pero para los asados es medio pelo, así que le salió todo quemado. Estaba incomible, y todos nos pusimos a cantar “oh, oh, oh, que lo tiren a los chanchos” al compás de la pandereta de Ringo. A Paul le encantó el tema y dijo que por ahí lo incluía en su nuevo disco. Al final terminamos comiendo galletitas de agua con mortadela.
NESTOR: ¡Que groso es tu hacedor de sueños! ¡Dos veces Paul! Yo soñé una vez con China Zorrilla, nomás.
TAPETE: Bueno, bueno, silencio, que quiero dormir.
ELPURE: (ignorando los reclamos de Tapete) ¿Que pasa A? Estás taciturno.
A. BLANDON: No se, a veces siento como que me ponen palabras en la boca. Palabras que no son mías, es misteriosamente inquietante.
NESTOR: Te juro que a mi me pasa lo mismo loquito, ¿no te queda una especie de gustito a roquefort en la garganta?

(No discutieron mucho más, la fatiga del día cayó sobre ellos y se durmieron profundamente. Elpuré se quedó haciendo guardia pero también lo venció el cansancio. En torno al campamento todo estaba tranquilo. Por el momento.)

Monday, September 25, 2006


Acá encontré un esmorcio que dibujó Liniers. Los de Fanglandia no usan corbata.

Sunday, September 17, 2006


Para demostrar el gran afecto que tiene por sus lectores, el ilustradísimo A. Blandon se compromete a incluir en el próximo capítulo las palabras que los mismos designen en la sección comentarios. Vuelen.

7- EMPAPADOS

- “Guardias de mierda” gritó exasperada Néstor, “No puedo creer que esta sea la comida de hoy, una mísera papa”
- “Pero no, que decís intrépida Néstor, las papas son características de mi amigo Elpuré, no ves que tiene una notita clavada. A ver que dice…” dijo Tapete mientras sacaba el pequeño papel blanco del tubérculo, conteniendo su emoción. “Cada hora estás más caño, bonito” leyó en voz alta. “No entiendo –comentó- debe ser algún mensaje en clave de Elpuré. O tal vez de A. que ahora que está hecho un intelectual tiene algunas ideas extrañas. No se, por ahí piensa que sos una espía y por eso escribe así. ¿Qué querrá decir esto?”
- “Mmm, si, igual a mi me parece que es un mensaje del rati ese que está ahí, haciéndote ojitos” indicó Néstor haciendo un ademán con la cabeza en dirección a donde, efectivamente, uno de los guardias desplegaba a pleno sus armas de seducción, a fin de conquistar a nuestro sorprendido amigo.
- “No lo puedo creer, no es la primera vez que me encara un tipo, ¿Qué les pasa? ¿No se dan cuenta de que me gustan las mujeres?
- “Si, no se, por ahí el suéter con manga lila tiene algo que ver.”
- “Pero no, esto es simplemente estar a la moda, pero bueno, ¡flaco, no me interesa! ¡Entendés, no me interesa!” gritó Tapete haciéndole señas desde el tupper al guardia. A éste no le gusto nada la negativa y se aproximó con una gran hacha, dispuesto a hacerlo entrar en razones.
Quiero hacer un alto para describir la apariencia de los guardias, o esmorcios, como les dicen las señoras gordas de Fanglandia. Los esmorcios son seres voluminosos, de una altura no inferior a los 2,5 metros. Tienen una pequeñísima cabeza, tan minúscula que ni siquiera los más avanzados artistas jíbaros lograron algo semejante. Evidentemente sus capacidades de raciocinio son reducidas, y su existencia entera se basa en la violencia. Por algún extraño mandato instintivo, los esmorcios sólo pueden sobrevivir provocando trifulcas y explotando a los débiles y a los vendedores de chupetines. De allí proviene el conocido dicho: deja tus dulces y huye del esmorcio, que sin lugar a dudas ustedes lectores escucharon más de una vez en boca de sus madres.
El hecho es que esta vez, ni siquiera las caras funestas de la combativa Néstor disuadieron al esmorcio, con la sangre en el ojo por la negativa de Tapete. Fuera de sí, comenzó a golpear con su arma la pared transparente. Si bien era gruesa, no tardaría mucho en demolerla. Tapete y la bella Néstor, sin muchas ideas para defenderse, se aprestaban a dar batalla. Las esperanzas eran bajas, más teniendo en cuenta que probablemente el esmorcio estaba al tanto del punto débil de nuestro tejedor amigo.
Sin embargo, el esmorcio detuvo su frenético golpear de súbito. Su diminuta cabeza se contorsionó de dolor, y cayó al suelo, empapado. ¿Mojado? No, no, empapado, es decir, con la espalda llena de papas. Al caer el troglodita, Tapete divisó a lo lejos, en un promontorio, a Elpuré y A. junto a una pequeña máquina lanzadora de tubérculos, abriendo fuego contra el resto de los esmorcios, que corrían desesperados hacia ellos, tratando de someterlos. Pero la precisión de la lanzadera era tal que los guardias no lograban ni acercarse a sus atacantes, y caían perforados por sus proyectiles. El espectáculo era conmovedor, dos pequeños seres en una colina, contra un destacamento de ursos; y la lluvia de patatas que lo cubría todo. Tapete y la maja Néstor eran espectadores de lujo, cautivos en su cubículo transparente.
Elpuré y A. se divertían a lo grande, y ahora competían a ver quién le acertaba a las diminutas crismas esmorcias.
- “¡Eso, otro tiro en la cabeza! Con este es el número XII.” exclamó A. emocionado.
- “Si, si, pero dejá de contar en números romanos porque me confundo, para mi que me estás haciendo trampa”, replicó Elpuré mientras bajaba otro enemigo.
La batalla duró poco más, y al cabo, A. le ganó a Elpuré por XVI a 16 (aparentemente, los números romanos valen más). El último proyectil que surcó los aires ese día, acabó con la debilitada pared del tupper, liberando a Tapete y a la guapa Néstor. Los tres amigos se fundieron en un abrazo, al que sumaron a Néstor, que estaba más linda que nunca. Alrededor todo era fango, patatas y silencio.